Como cada año desde 1991, el último fin de semana de julio se celebra en la capital de la Ribagorza la Fiesta de la Longaniza de Graus, declarada de Interés Turístico y organizada por la Asociación de Fabricantes de Longaniza y el Ayuntamiento de la villa. Aquí tenéis el folleto con todo el programa en PDF (eso sí, ni una palabra en aragonés).
Guiados –obviamente– por nuestro interés etnográfico, pusimos el sábado rumbo a la patria chica de Chuaquín Costa, haciendo un parada de avituallamiento en Güesqueta para comer en el HerVi, uno de esos restaurantes «de toda la vida» que no te defraudan.
El rulo de cabra con foie, boletus y cebolla caramelizada era un festival de sabor y texturas que, tras el pintxito previo (un «huevo turco») y el balón helado de biera, hubiese cumplido satisfactoriamente mis necesidades de tripontzi en horas bajas; eso explica que no pudiese terminar con la generosa ración de bacalao fresco a la parrilla (que hizo las delicias de Maribel, la «adicta» oficial a este pescado).
Pasamos de postre, aunque lo compensamos con un café con hielo doble, porque la chicharrina que hacía y la somnolencia propia de la fartalla obligaban a armarse de valor antes de volver al coche. Me vino a la cabeza aquél restaurante con siesta incluida…
La villa nos acogía a contraluz, entre la austera mirada de la Basílica de la Virgen de la Peña y el simpático guiño de las longanizas colgadas de las farolas. 😀 Como la Oficina de Información estaba cerrada 😦 , hicimos tiempo en una terraza a la sombra, «disfrutando» de un granizado de limón de esos de polvos, que no había vuelto a probar desde que era crío 😀 , en la Plaza Mayor de Villaviciosa de al Lado. El embutido de la longaniza acababa de empezar, teníamos tiempo; más de una tonelada de carne no se embute en un momento.
El mercadillo se extendía por toda la parte antigua, así que eso nos permitía callejear; incluso venía bien para evitar la tentación de tanto queso, mermeladas, embutidos, conservas… ah, y artesanía, muy bonita también.
Ya ves, unos dedican las calles a Nayim… y otros, a Torrente. Lo del décimo de la ONCE es verdad; está claro que la de este año ha sido la Fiesta más famosa, incluso a nivel internacional.
Incluso visitamos el Museo de la Escuela (el fatum nos persigue)… y algún otro sitio menos académico, y cuando volvimos, ya estaba llena la parrilla.
Faltaba el resto del proceso hasta el disfrute final (para los tripontzis: se puede pasar todas las veces que quieras), que os lo explica mejor que yo este video:
NON SERVIAM 