Esta foto, acompañada del título “Torero arrepentido” (o “A Bullfighter Repents”, en su versión gringa) lleva más de dos años circulando por la Internet de allende los mares (EE.UU y Sudamérica, principalmente) hasta haberse convertido en viral y, también, en una pequeña bandera para los defensores de los animales.
La imagen viene acompañada de un texto en inglés o en castellano (según la versión) que afirma muestra el derrumbamiento del torero Álvaro Múnera, en medio de su última batalla con el animal, al comprender la injusticia de tal desigual lucha. “Desde ese día el torero se convirtió en opositor a las corridas de toros” concluye dicho texto.
Al parecer, el viral ha causado bastante sensación en EE.UU, donde se ha calificado el acto del torero de auténtica epifanía animal capaz de remover conciencias. Tanto, que hasta la conocida web Museum of Hoaxes lo ha sacado en su portada, tardando muy muy poco en determinar que, efectivamente, es un hoax (un bulo) en el que bastaba con buscar en la Wikipedia “Álvaro Múnera” para dar con el supuesto protagonista, un torero colombiano, y su verdadera historia.
A Álvaro Múnera le decían “El Pilarico”. El Pilarico completó 22 corridas y estaba cerca de su consagración como torero, cuando un toro (paradójicamente llamado Terciopelo) lo enganchó por la pierna izquierda y lo lanzó por los aires, lo que le provocó la fractura de la quinta vértebra cervical con lesión medular completa acompañada de trauma craneoencefálico y un diagnóstico contundente: había quedado parapléjico y no podría volver a caminar en su vida.
Aquello fue en 1984. Pero también hay parte de verdad. Efectivamente, Álvaro Múnera, a partir de ciertos factores que determinaron su transición, se convertió en un luchador activo para acabar con la tortura a los animales, a través de la colombiana Organización Fuerza Anticrueldad Unida por la Naturaleza de los Animales (FAUNA).
Posiblemente habrán utilizado su giro vital, obligado por las circunstancias, para armar la historia traductor mediante, y así hacerla colar en las latitudes menos acostumbradas a los toros, pero más abiertas a los milagros interespecies. Incluso han salido versiones donde la frase del pie de foto se le atribuye a otro “torero”, en este caso un tal Fabián Oconitrillo González, que lejos de ser una figura de la tauromaquia que venga en los anales, debe de ser el nombre del señor que mandó la foto.
Volvamos a lo que dice el “torero arrepentido” en la versión viral: “And suddenly the bull looked at me, with the innocence of all the animals reflected in his eyes, but also with a supplication. It was the fight between the unexplicable injustice, the plea before the unnecessary cruelty”.
¿Les suena? Prueben a pasar sus dedos por una copa de vino sujetando un bastón y tendrán a su verdadero autor, que no es otro que Antonio Gala, que lo escribió –en castellano, claro– en la columna que escribía en El País en 1995, donde exponía la crueldad del momento de la suerte suprema, cuando muere el toro atravesado por el estoque.
Así son los hoaxes cuando nacen en un sitio y terminan en otro muy lejano: un torero sentado en silla de ruedas enciende la luz… y Antonio Gala aparece por allí para pagar la factura.
Por cierto, la foto original no la hemos podido localizar en su contexto real, así que nos da que corresponde a un simple fotomontaje, donde el torero está por un lado recuperándose de un ¿mareo? y el toro, por el otro, dejando efectivamente este mundo.
Porque, si hay una cosa clara, es que casi siempre pierden la vida los mismos.
[Fuentes: Cooking Ideas, Wikipedia, Museum of Hoaxes, El Tiempo]
NON SERVIAM 